El primer amor
La dirección era la correcta, justo en esa calle vivía mi primera victima.
Comprobé que dentro de mi bolsillo se encontraba el pequeño puñal y camine tranquilamente hasta llegar a la entrada de su casa. Toque el timbre, esperando pacientemente a que el hombre abriera. Hice sonar el timbre nuevamente, cinco minutos después él abrió.
Era un hombre realmente gordo, su peso debía ser de, aproximadamente, 230 kg. Su enorme vientre colgaba fuera de su gran pantalón, sus pechos eran gigantescos como dos melones pequeños, sus piernas eran del tamaño de postes de luz, y sus brazos tan gordos como las piernas de un hombre delgado. Su rostro era de una persona joven, sin arrugas, con cachetes redondos y hermosos y con una barba en forma de candado. Sus ojos eran azules y sus cejas muy pobladas. Su cabello era de un negro intenso.
Todo él era perfecto, solo con verlo me excitaba, y mi pene se esponjo debajo de mi enorme barriga, gracias a ella el hombre no se dio cuenta de lo excitado que estaba.
-Buen día- lo salude-, estoy buscando al señor Eduardo García- dije leyendo el nombre en la tarjeta.
-Buen día- contesto amablemente-, yo soy el señor García, ¿en qué puedo ayudarle?
-Me mandaron a buscarlo, tengo un mensaje para usted.
-Claro, claro. Pasa por favor- me dijo, haciendo una seña para que entrara en su casa.
Dentro de su casa, me invito a sentarme en su sofá, de la pared colgaba una bandera gay, con los colores del arco iris, entonces supe que el era el hombre indicado para mi. Me enamore, y mi pene se puso mas duro aun. Pero mi objetivo era otro, entonces le invente:
-Usted ha sido seleccionado para ser modelo de ropa, para gente con volumen superior al normal. Sin ofender, ya que como ve, somos compañeros en eso de ser gordos.
-Yo no... sabia que existían modelos para ropa de mi tamaño. No entiendo como es que llegaron a saber de mi.
-Lamento las molestias que le causo, pero mi equipo trabaja observando a la gente. Selecciona a los prometedores y los sigue hasta su casa. Claro sin ninguna intención mala, mas que conocer su domicilio y poder mandar a alguien, como a mi, a hablar con los seleccionados.
-No lo sé- dijo con cara de que estaba sospechando algo-, como que todo esto es un poco sospechoso.
-Bueno, lo cierto es que todo eso es mentira- supe entonces que mi turno de ligar había llegado, no sin dejar de mentir-. Yo lo había visto una vez en el parque, y me enamore de usted, así que lo seguí a su casa. Y hoy simplemente me atreví a visitarlo. Pero ahora que veo que usted es gay, pues me atrevo a confesarle mi amor.
-¿Eso de su amor es realmente real?- pregunto, sentándose a mi lado y mirándome a los ojos.
-Si, eso es verdad.
Su respuesta no fueron palabras, si no mas bien fue un beso. Un beso que duro poco mas de un minuto, que para mi pareció muy poco. Cuando él se alejo de mi, me quede con ganas de más. Se levanto, me tomo de la mano y me llevó hasta una puerta. Deteniéndose frente a ella me dijo:
-Cuando te vi en la puerta me excite, y esa fue una razón por la que te deje entrar a mi casa. La otra razón, es que estoy urgido de sexo y quería convencerte de que lo hiciéramos. Pero ahora, viendo lo excitado que estas tu también, creo que no es necesario convencerte.
-¿Cómo sabes que estoy excitado?- pregunte sorprendido.
-Se te ve el bulto, tu vientre no es lo suficientemente grande como para ocultarlo.
-Wow- dije un poco avergonzado.
Tomo mi pelo y me beso, esta vez el beso duro más, mucho más. La sensación era increíble, el placer era mejor que el que sentía comiendo chocolate. Se separo de mi, y fue entonces cuando yo lo bese, el beso fue corto pero excitante.
-Bueno, ahora quiero mostrarte algo- dijo abriendo la puerta.