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martes, 26 de noviembre de 2013

El Gainer: Capítulo 1.05

El primer sexo


Estábamos metiendo las maletas a la cajuela del Cooper, mis papás estaban mirándonos desde la puerta de la casa, cerré la cajuela y fui a despedirme de mis padres. Daniel se quedó detrás de mí mientras me despedía.
-Bueno papá, me iré a la universidad. Regresaré el viernes.
-Muy bien hijo –me dijo mi papá-, que les valla bien. Por favor conduce con cuidado.
-Claro papá, iremos con cuidado. Papá Carlos –dije dirigiéndome a mi padrastro-, nos veremos en cuatro días.
Daniel se despidió de mis padres con un simple apretón de manos y un “Hasta luego”.
Entramos en el auto y lo arranqué. Pronto estábamos lejos de casa en silencio, Daniel se había quedado dormido y yo necesitaba concentrarme en conducir. Solo estaba conduciendo el auto cuando de repente vino a mi mente la noche en la que por primera vez experimente el sexo.
-Soy gay y me encantas –me susurró Daniel al oído.
Me giré para mirarlo a la cara y le dije:
-¿Estás hablando enserio?
-Sí, me gustas mucho, me encanta tu pequeña panista y me encantaría chupar tu verga.
En ese momento mi verga estaba muy dura y húmeda. Estaba excitado y me acerque al pecho de Daniel y le lamí un pezón…
Perdí un poco el control del auto, por suerte aun no entrabamos en la autopista y pude esquivar perfectamente los autos que venían directo a nosotros. Daniel se despertó con cara de susto, me miro y me pregunto:
-¿Qué pasa, por qué nos detuvimos?
-Es solo que estaba un poco somnoliento, pero ya estoy bien.
-Bien, me quedaré despierto para acompañarte. Y si te duermes te gritaré.
-Ya, que buen amigo eres –le dije mirándolo con cara divertida.
Reanude el camino directo al departamento, solo pasaron veinte minutos antes de que entráramos a la autopista, me concentré en el camino. Nos quedamos de nuevo en silencio, Daniel se quedó dormido de nuevo. Esta vez mantuve la mente en blanco, solo pasaron 50 minutos antes de haber llegado al departamento. Desperté a Daniel y juntos bajamos las cosas del auto.
Entramos al departamento, aún faltaba una hora y media antes de entrar a la escuela, fui directo a la cama y me deje caer cerrando los ojos. A mi mente regresaron las imágenes de esa noche y soñé con eso.
Lamí su pezón durante un buen rato, mientras él buscaba con su mano mi verga la encontró y la apretó con fuerza. Comenzó a masturbarme, mi lengua paso de un pezón a otro, luego bajo hasta su enorme barriga y subió de nuevo llenando todo su pecho de baba. Mi boca llegó a su boca, mi lengua entro en ella y su lengua bailo junto con la mía.
                Yo estaba realmente excitado, mi boca bajo hasta encontrar su ombligo. Mi mano busco su verga, era pequeña pero estaba dura y húmeda, como la mía. Quería probarla, sentirla en mi boca, quería saborearla y mordisquearla un poco; con mis manos quité la enorme barriga de Daniel que cubría su pubis, por fin su verga estaba a la vista era roja y muy linda.
                Sin pensarlo mi boca se sumergió en esa enorme bola de grasa, su pequeña verga entró en mi boca, el sabor me encanto, sabia casi igual a lo que olía mi verga después de masturbarme y correrme. Parecía que Daniel estaba muy excitado, se corrió de inmediato, su semen exploto en mi boca llenándola de un sabor nuevo para mí, al inicio no me gusto, pero al tercer disparo lo trague con gusto.
                Le chupe toda su verga de nuevo, limpiando todo el semen que quedo y tragándolo. Me levante y me senté sobre el pecho de Daniel, comencé a masturbarme y de repente mi verga entró a su boca y la chipaba de una manera que me encantó. Estaba muy excitado y me corrí de inmediato, mi semen entró en su boca, llenándola y se le escapó por los lados mojándole sus cachetes. Me levante de él y me acosté a su lado, lo bese de nuevo en la boca. Luego le di un beso en uno de sus pezones, lo abracé y me quede dormido en ese abrazo glorioso.
                -Lalo, ¡Lalo! Ya es hora de irse a la escuela –me despertó Daniel moviéndome un poco.
Yo me levante de la cama, no me di cuenta de que estaba excitado y mi verga se podía ver como un bulto en mi pantalón, Daniel voltio su mirada hacia ella y me sonrió diciendo:
-Me encanta ese bulto. Ahora vamos a comer algo antes de comer.

Lo seguí, feliz de saber que un gordo que me encantaba y al que yo le encantaba vivía conmigo.

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