El Gainer: Capítulo 1.04

El susurro 

Llegamos a casa de mis padres, bajamos del cooper y caminamos a la puerta. Abrí con mis llaves, llame a mi papá pero él no contesto. Miré en la cocina pero no estaba ahí, fui a su oficina pero estaba vacía, subí a su recamara y lo encontré sobre su cama. Durmiendo junto a su pareja, fui junto a él y lo desperté moviéndolo con poca fuerza.

                Mi padre era un hombre musculoso, a sus 43 años aún conservaba gran masa muscular; era alto de casi 1.90 metros, su cuerpo estaba cubierto de bello, desde sus pechos, su estómago, sus piernas, su espalda e incluso su trasero; lo sé porque igual que a mí le gusta estar desnudo mientras está en su casa. Su pareja era todo lo contrario, excepto en su estatura, los dos median casi lo mismo; pero mi padrastro era gordo, muy gordo; sus brazos eren tan gruesos como los muslos de mi padre, su barriga era enorme tan grande que apenas y cabía en una cama individual; sus muslos eran gruesos que apenas y podría abrazarlos, y su trasero era tan redondo, esponjado y gordo que me excitaba y me daban ganas de hundir mi cara en él.

                Mi padre se despertó, me miró como si no creyera lo que miraba. Se levantó de su cama y me abrazo.

                -Hola papá –le dije-. Ya estoy de regreso de mi primera semana de clases –por fin me soltó del abrazo y se sentó de nuevo en la cama-. Un nuevo amigo ha venido a casa, espero que no te moleste.

                -Por supuesto que no hijo –me dijo mi padre sonriendo-. Mira Carlos, el pequeño Eduardo ha regresado de la universidad.

                Mi enorme padrastro abrió los ojos, me miró y se levantó con dificultad. Fue caminando para darme un abrazo, me encantaba abrazarlo, hundirme en su grasa. Sus gordos brazos rodearon mi cuerpo, traté de hacer lo mismo pero era tan gordo que no podía rodearlo por completo.

                -Bienvenido Lalito –me dijo-. ¿Qué tal la universidad?

                -Perfecto papá Carlos, traje a un amigo. Me espera allá abajo, en la sala; iré con él. Me da gusto haber regresado a casa, los quiero.

                Daniel había encendido el televisor, aún seguía de pie y mientras pasaba detrás de él mire su gordo trasero que me encantaba. Fui directo a la cocina, la barra daba hacia la sala y desde ahí podía seguir viendo ese gordo culo. Comencé a prepararme algo para comer, lo primero que encontré fue pan y jamón e hice sándwiches. Después de preparar unos cuantos fui con Daniel a ver mi programa favorito.

                -Toma un sándwich Dani, los acabó de hacer.

                Daniel sin decir nada tomo dos y los metió a su boca encimándolos, dándoles una enorme mordida me sonrió. Señalo el Xbox que estaba junto a la televisión y le dije:

                -¿Quieres jugar? –Él asintió moviendo la cabeza-. Es de mi padrastro, le encantan los videojuegos.

                Encendí la consola y cambie el modo del televisor. Le di un control a Daniel, metí el disco de FIFA 14 y tomé el otro control. Esperé que la consola reprodujera el juego y me senté en el sofá al lado de Daniel.

                Estábamos en pleno juego cuando mis padres bajaron por la escalera, se fueron directo a la cocina. Termino el partido, me levante para ir con mis padres, llamé a Daniel y los presente. Daniel estaba un poco nervioso, se le veía que estaba sudando un poco y tal vez sus manos estuvieran muy húmedas.

                Regresamos al juego y a los sándwiches, los partidos terminaban y empezaba otro, la mayoría los gane yo, pero Daniel jugó bien para ser la primera vez que jugaba FIFA. Se hizo de noche rápidamente, fuimos a mi habitación nos acomodamos para dormir; por suerte aquí también tenía una cama tamaño matrimonial y perfectamente cupimos los dos.

                Era genial, perfecto, dormiría de nuevo con el hombre de mis sueños, esta vez en mi casa, en el cuarto donde crecí, era genial y excitante. Me giré para darle la espalda a Daniel y tocar mi nalga con la suya. Me excité y mi verga me endureció.

                Sentí como Daniel se acomodaba en la cama, se acercó a mí y susurro a mi oído:

                -Soy gay y me encantas.