Los Primeros
Estábamos llegando a casa de Mauricio, en mi auto íbamos Luis,
Omar, los gemelos y yo. Habíamos pasado a casa de los gemelos por la mañana,
mientras Omar se preparaba para la cita de hoy.
-Será una cosa de locos, algo espectacular –les decía Luis después de que yo
les contara nuestros planes para hoy.
-Si ustedes aceptan ir, seremos simplemente diez gordos –les decía mientras
tomaba una manzana de mi frutero favorito-. Imaginen la cantidad de semen que
podemos obtener luego de exprimir a todos esos hombres –dije, le di una gran
mordida a la manzana.
-Suena realmente genial –dijo Ric.
-Me encantaría asistir –colaboro Roy-. Pero, ¿todos nos reuniremos en una sola
casa?
-Sí, pero antes de que realmente vayan tienen que saber una cosa –empecé a
decir-. Les diré la verdad, tienen que saber a qué nos dedicamos Luis y yo, y
queremos de su ayuda.
Los gemelos se miraron, luego nos miraron a Luis y a mí con cara de sospecha.
-Pero recuerden que
es un secreto, que solo mi bizcocho, Omar y yo sabemos -les dijo Luis.
-Entiendan que esto
que hacemos, es para mantenernos y comprarnos nuestros lujos- les empecé a decir-.
Es algo realmente serio.
-Guille y yo, somos
asesinos. Y nos dedicamos a matar a hombres gordos con los que tenemos sexo.
-¿Nos mataran?-
gritaron los gemelos.
-No. Luis no se
refería a eso -les dije para calmarlos un poco-. Lo que quiso decir, es que
nosotros tenemos como una lista de hombres a los que teneos que matar, pero
antes de matarlos les exprimimos sus vergas.
-Y esa lista, ¿de
dónde la sacan? –pregunto Roy.
-Son asesinatos por
contrato, pertenecemos a una empresa, y personas con mucho dinero nos mandan
una carta con el nombre de la víctima –dije-, y una muy generosa cantidad de
dinero, ya nosotros nos encargamos del resto.
-Eso es algo…
-Perturbador –dijeron
los gemelos.
-Pero es real –dijo Omar,
que había entrado a mi casa con la llave que deje en casa de Luis-. Entonces
qué dicen, le entran o no.
-Pues le entramos –dijo
Roy.
-Todo con tal del
sexo –termino Ric.
Después de eso, nos
pusimos a arreglarnos, tres horas más tarde ya estábamos llegando a casa de
Mauricio, estacione el auto justo enfrente de su casa, era enorme y parecía muy
lujosa. Hice tocar el timbre, él abrió era un hombre, no tan gordo como
nosotros, tal vez pesaba unos 120 kg, pero era realmente sexi.
-Pasen, pasen, ya
los esperaba –nos invitó a su casa, su vos gruesa y varonil-. Acomódense donde
puedan, son los primeros en llegar.
Entré yo primero,
los demás me siguieron entramos a su sala de estar y nos dejamos caer sobre los
sofás, para esperar a los otros 4 hombres gordos.
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