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lunes, 12 de agosto de 2013

El Gran Asesino: Capítulo 1.20

El culo asesino 



Llegamos a casa de Carlos, bajamos del taxi y entramos a su casa casi corriendo. Dentro de su casa nos quitamos la ropa de inmediato, él me llevo a su cama y la diversión dio inicio.
         Carlos se acostó sobre su cama recargando los pies en su cabecera, me miró y me dijo:
         -Quiero esa verga en mi boca.
         Traía siempre conmigo un anillo para mi pene, era de plástico muy suave y elástico, tomé el anillo, lo estiré por los bordes y dentro de él metí mi verga estando flácida y caída junto con mis testículos. Cuando estuve realmente excitado, mi verga se hincho, debido al anillo no pudo crecer como siempre; más bien se quedó chico y sus venas brotaron  llenas de sangre.
         Carlos me observaba desde la cama, masturbándose cada vez más rápido. Su cabeza estaba en el borde de la cama, me acerque a él y tomó mis bolas con su mano dándoles un riquísimo masaje, me excité más y mi verga me dolía un poco por no poder crecer como era natural. El masaje continuaba y mi verga encontró sus labios, Carlos la besó, la lamió y por último la introdujo en su boca mordiéndome con suavidad.
         Mi vientre se agitaba con ritmo mientras golpeaba la barbilla y el cuello de Carlos. Mis pechos habían crecido, su volumen realmente había aumentado increíblemente, cuando estaban sueltos colgaban por su gran peso. Tomé uno en cada mano y los aventé uno tras otro, una y otra vez. Los deje caer de nuevo, me excitaban, y entonces se me ocurrió. Tomé mi pecho izquierdo y lo subí lo más que pude, incliné un poco mi cabeza y mi pezón entro en mi boca; lo mamé excitándome más y más, gimiendo y emitiendo grititos por la mamada que me hacía Carlos.
         Me separé de Carlos, subí a la cama hincándome con mis piernas abiertas y entre ellas puse a Carlos, con mi verga justo sobre su boca. Mi pubis y mi vientre cubrían su cara casi asfixiándolo. Él metió de nuevo mi verga en su boca, yo me arqueé hacia atrás usando mis gordos brazos como grandes pilares para sostener mi enorme cuerpo. Ahora Carlos podía respirar con normalidad, si no fuese por mi verga dura en su boca, él introdujo sus manos en el pliegue que formaban mi vientre y mi pubis y levantó mi grasa agarrándola con fuerza.
         Carlos jugaba con mi barriga, sin dejar de mover su cabeza para mamarme con ricura mi verga. Me canse de la posición y me incorpore, de nuevo lo asfixiaba pero no me quite de su cabeza, más bien di pequeños saltitos para meter y sacar mi verga de su boca. De nuevo me arqueé para dejarlo respirar libremente. Él tomó con sus manos mis gordas piernas y las magullaba con pasión. Una de sus manos alcanzo mi pezón colgante, y lo pellizcó haciéndome gemir de un placer embriagante.
         El orgasmo estaba llegando, mi excitación era grande, la más grande que había experimentado. El placer aceleraba mi corazón fuertemente. Mis gritos empezaron a delatar mi placer, cada vez gritaba más fuerte. Ya estaba llegando, el orgasmo provocó un grito tan fuerte que me sorprendí. Mi semen salía sin parar de mi verga, estaba atragantando a Carlos, mi eyaculación fue masiva, el semen no cabía en la boca de Carlos y, sin sacar mi verga de su boca, salía a borbotones por sus labios. El orgasmo terminó, la boca de Carlos aún tenía semen y alrededor de sus cachetes corrían pequeñas tiras hasta caer sobre su cama.
         Me levanté solo para sentarme sobre su verga dura por la excitación y húmeda por el líquido preseminal. Entro en mi ano con facilidad asombrosa, comencé a dar saltitos de nuevo, provocando que su pene se desnudara una y otra vez. Carlos estaba muy excitado, su orgasmo llegó de inmediato, su semen entro en mí con delicioso placer. Sus gritos me complacieron, estaba satisfecho de sexo, pero parecía que él no. Me miró, tramando algo y dijo:
         -Quiero ese culote en mi boca, quiero mamarte el culo, quiero penetrarte con mi lengua.
         Me giré, sentándome sobre su pecho sin apretarlo, mi culo estaba sobre su boca y su lengua estaba buscando mí ano. Con sus dos manos separó mis nalgas y su boca pudo llegar hasta su semen. De nuevo estaba dando saltitos, soltando gemidos cada vez que su lengua tocaba mí ano. Él me tomó por mis piernas y me jaló hacia su boca haciendo que mi culo se tragara su cara.
         Repetimos esa acción una y otra vez, me estaba cansando, ya era mi oportunidad. Cuando Carlos tomó de nuevo mis piernas y llevó mi ano a su boca deje que mi peso cayera sobre él. Yo estaba excitado una vez más, después de un rato Carlos estaba luchando por respirar. Se movía bruscamente debajo de mi peso haciendo que su nariz llegara a la altura de mi próstata, el placer que me provocaba era genial.
         La nariz de Carlos seguía moviéndose debajo de mi próstata, mi pene se hinchó de nuevo, sin dejar de moverme, Carlos me estaba provocando otro orgasmo sobándome mi zona prostática. La eyaculación llegó seguida de gritos de placer, mi semen caía sobre el ahora inerte pecho de Carlos.

         Ahora si estaba complacido y satisfecho, había tenido dos orgasmos y uno sin que mi verga fuese tocada, Carlos estaba muerto y yo seguía sobre su cuerpo inerte. Me levante, dejando el cuerpo en la cama busque mi ropa, me senté sobre su sillón pensando en el sexo que acababa de tener. Sin quitarme el anillo, me vestí, me levante dejando una mancha del semen de Carlos en el sillón y me fui a casa.

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