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viernes, 16 de agosto de 2013

El Gran Asesino: Capitulo 1.24

El nuevo compañero


Llegué a la oficina de mi jefe, le explique todo sin muchos detalles, él asintió y me miró diciendo:
                -Felicidades Molina. Ha llegado la hora de conocer a tu compañero, el otro obeso gay de la corporación. Pero antes debes contestar una pregunta: ¿quieres seguir asesinado gente para esta empresa? Antes de responder recuerde que todos sus crímenes que ha cometido y que cometerá en un futuro, si es que desea continuar, están totalmente cubiertos por mis influencias y nunca lo acusaran de ninguno.
                -Señor, estoy muy orgulloso de pertenecer a esta corporación de asesinos, y sí señor, si deseo seguir participando en ella.
                -Pues bien, te presentaré a tu nuevo compañero, debes saber que a partir de ahora trabajaras con él y solo con él, siempre son él, deberán ponerse de acuerdo para llevar a cabo los asesinatos. –Se dirigió a su teléfono y por él le dijo a su secretaria-: Que pase el otro obeso.
                El hombre era realmente gordo, tan gordo como los gemelos. Su rostro estaba cubierto con una máscara. Se sentó en la silla que estaba a mí lado y le quitó lentamente la máscara. Debajo de ese pedazo de plástico se ocultaba una cara que conocía perfectamente, el otro obeso de la corporación era Luis.
                Nos miramos, sin decir nada, antes de que llegara a incomodar el silencio nos paramos con agilidad de gordos y nos besamos delante de nuestro jefe. Un molesto golpeteo de una pluma sobre el escritorio nos interrumpió.
                -Por favor, salgan de mi oficina y procuren no volver a mostrar su amor en mi presencia –nos corrió el Sr. M.
                Corrimos por el pasillo de salida del edificio, toda nuestra grasa saltaba con ritmo por nuestros pasos apresurados. Subimos a mi auto y fuimos directo a casa. Luis parecía estar excitado, yo no tanto, no quería tener sexo.
                Llegamos a casa, Luis había preparado un pastel de chocolate. Él se partió una tercera parte y me dio el resto para mí. Empezamos a comer junto con un licuado, parecía que realmente estaba excitado, en menos de cuatro minutos el plato de Luis estaba vacío. Yo no podía ni con la mitad de mi rebanada, Luis me quito el plato y se fue directo a la recámara.
                -Ven a buscar tu pastel, gordito –me gritó.
                Antes de subir, revisé mi correo electrónico, no había nada importante. Solo un mensaje llamó mi atención, lo leí, solo decía que el planeta estaba súper poblado y había que tomar consciencia en no procrear hijos solo por el placer de hacerlo, “Lo bueno es que yo contribuyo a no poblar la Tierra” pensé.
                Subí, al entrar a la habitación encontré a Luis acostado sobre la cama, desnudo y con la rebanada de pastel sobre su gelatinoso vientre. Me quité la ropa de inmediato, fui junto a Luis y comencé a morder el pastel, eso me excitaba y excitó también a Luis, yo continué comiendo mientras él se masturbaba. Al terminarme el pastel, lamí la barriga que se batió de chocolate, el chocolate llegó hasta su ombligo donde metí la lengua. El chocolate termino, Luis estaba húmedo por el presemen, me erguí y me masturbe, el orgasmo llegó de inmediato, estaba muy excitado y eso provocó que mi semen saliera expulsado rápidamente sobre el vientre de Luis, en el segundo disparo apunté al rostro de mi gordo mojándole las mejillas, el tercer disparo fue en sus pechos y así lo mojé por todas partes.
                Luis seguía jugando con su pene, me unté lubricante en mi ano y me senté en su pubis dándole la espalda, dejando que su verga entrara en mi ano. Él levanto el pliegue su vientre dejando más espacio para mi gordo trasero. Comencé dando saltitos, deteniéndome por momentos para recargar mi peso sobre su pubis y hacer que su verga me penetrara más.
                Seguimos así durante un buen rato, Luis me tomó con sus manos de los costados de mis nalgas haciendo que mis saltos fuesen más rápidos y con más fuerza. Su orgasmo me complació cuando lo indico con gritos de placer, su semen se depositó en mi recto.
                Me quedé sentado, con la verga de Luis en mi ano, estaba satisfecho, parecía que él también. Me sobaba los pliegues de grasa que tenía en mi espalda, me gustaban los masajes y ahí me quedé.

                Después de un largo rato, me levante, me acosté a lado de Luis y concluimos en sexo con besos sabor chocolate. 

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