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martes, 20 de agosto de 2013

El Gran Asesino: Capítulo 1.26

El descanso forzado


El martes por la tarde estaba sentado en el sofá, viendo mi serie favorita en la televisión. Mi mano derecha estaba ocupada intentando llegar a mis testículos para rascar la comezón, mi mano izquierda estaba inmovilizada con un yeso blanco, pesado y grueso. Las radiografías habían indicado que me había fracturado el radio, justo en la parte que hacía articulación con la muñeca, solo fue una pequeña fractura, pero necesitaba reposo absoluto.
                Mi mano había alcanzado mis testículos, los jalé y mi escroto se estiró hasta que lo alcancé a ver. Tenía mis dos testículos en mi mano, saliendo de mis bermudas azul favoritas y mi calzón que era el favorito de Luis, apreté mis bolas causándome placer, de repente una de ellas se me escapó regresando a su posición natural.
                Luis no se encontraba en casa, había ido a realizar su trabajo con una joven de nombre Claudia, ella solo tenía 24 años, vivía solo a 30 minutos de casa, el trabajo sería sencillo un solo disparo y Luis estaría de vuelta en casa.
                Los gemelos ya eran como parte de nuestra familia, así que hace dos días les entregamos una copia de la llave de la casa de Luis, con mi iPhone le mande un mensaje a Ricardo, en él le pedí que vinieran para pasar un rato en lo que llegaba Luis. Llegaron, entraron con su propia llave, y me vieron sentado en el sofá, les pedí que me ayudaran para preparar la comida y ellos aceptaron con gusto, ansiosos por verme comer, eso realmente los excitaba.
                Solo Rodrigo fue a la cocina, Ricardo se quedó a mi lado, volví a meter la mano en mis calzoncillos y encontré mis testículos. Ric me miraba con intriga en su rostro, mi mano salió con mis bolas en ella, apretujadas. Las jalé hasta que llegaron a mi ombligo, Ric estaba excitándose podía verlo en sus ojos. Puse mi escroto sobre mi vientre desnudo y comencé a darle masajes retorciendo mis bolas.
                Ric se hincó frente a mí, tomó mis bolas y las estrujo en sus dos manos, eso me provocó un placer jamás experimentado, fue grandioso. En solo unos minutos mis testículos pasaron de estar en unas manos a entrar en la boca de Ric, su boca era grande y mis dos bolas entraban perfectamente en ella.
                Roy llegó con la comida, nos vio realizando sexo oral y nos sonrió excitado. Yo no podía comer con solo una mano, así que mientras Ric me mamaba las bolas, su gemelo me alimentaba con rapidez, la comida consistió en una pasta de espagueti de porción para cuatro personas, lo siguiente fueron cinco milanesas empanizadas con una pequeña ensalada de lechuga. Todo eso me comí en menos de diez minutos, estaba excitado, Roy también, le gustaba alimentarme. Ric me mamaba las bolas bien rico y jugaba estirando mi escroto.
                Los tres estábamos excitados, los gemelos se pusieron a jugar con mis bolas haciendo que el placer llegara sin tocarme la verga. Mis gritos fueron silenciosos, era plena tarde y había niños jugando en la calle. Pero aun así mi semen salió en grandes cantidades de mi verga, quedándose entre el pliegue de mi vientre y mi escroto súper elástico. Los gemelos dejaron mis testículos, levantaron mi vientre para descubrir el charco de semen, se turnaron, primero Ric y después Roy, para sumergir su cara y chupar el semen dejándome limpio pero pegajoso.
                Yo estaba aun con ganas de más, así que hice que los gemelos se pararan a mis costados y se empezaron a masturbar, siempre su momento de orgasmo les llegaba al mismo tiempo, eso era lo que adoraba de ellos, su semen salio disparado con fuerza de sus vergas cayendo sobre mi cara y mi pecho, el poco que cayo junto a mi boca lo lamí con la lengua.
                Se escuchó que la puerta se abría, era Luis acababa de llegar del trabajo, nos miró ahí con las vergas al aire libre y sin importar nuestra desnudes dijo:
                -Bizcocho –así me llamaba-, hable con el jefe, dijo que tienes derecho a faltar un mes al trabajo, en cuanto lo haga yo.
                Eso me puso un poco feliz, me levante del sofá y fui a besarlo llenándole su suéter y su barba del semen de los gemelos.

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