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sábado, 31 de agosto de 2013

El Gran Asesino: Capítulo 1.30

Trabajando solo


Por la mañana llego un sobre con mi nombre, al abrirlo encontré el nombre de una nueva víctima. Junto con la tarjeta de datos y el monto de dinero, había una pequeña nota del jefe, en la cual me pedía que realizara solo este trabajo.
                Para la noche, ya estaba lista mi cita con Bruno, un gordito de unos 120 kg, me encantó al ver sus fotos y videos en su perfil de Xtube. Faltaba poco menos de una hora para nuestro encuentro, estaba conduciendo mi auto con mi vientre estorbándome al dar vuelta al volante. Llegué a casa de Bruno, le mandé un texto desde mi iPhone, en solo pocos minutos salió de su casa y entro en mi auto.
                El sexo tendría lugar en un hotel que Bruno había reservado para la ocasión. Llevé el auto hasta el hotel, bajamos y Bruno registro nuestra entrada, subimos al cuarto 608 para el sexo. Una vez ahí nos metimos en la ducha en la que con esfuerzo cabíamos los dos juntos. Mientras el agua mojaba nuestros gordos cuerpos, el trato de mamarme la verga sin mucho éxito debido al reducido espacio.
                Una vez limpios y secos, nos acostamos en la cama, Bruno había traído una de sus películas porno, la puso a reproducir en el DVD del cuarto y la disfrutamos en la pantalla plana de 43”. Me empecé a masturbar pero Bruno me detuvo, metió mi verga sin estar dura en su boca y la mordía con cariño. Le tomé el cabello de su nuca, le moví su cabeza para que la mamada fuese con mucha más energía.
                Bruno se hincó delante de mí, abriendo mis piernas y elevándolas, descubrió mi ano y lo comenzó a lamer, su lengua me causaba un placer increíble. Su lengua intentaba entrar en mi recto, sentí como lamiéndome su lengua llegaba a mis testículos y se metió parte de mi escroto en su boca. Se separó un poco de mí, con sus manos tomo mi escroto y lo estiro, eso parecía divertirlo y sorprenderlo al mismo tiempo, me dejo las bolas y continúo lamiendo mi ano, mientras yo lo golpeaba con mi escroto.
                Se levantó para que su verga dura, estuviese a la altura de mi culote, con un poco de saliva que escupió en su mano, lubrico su pene y trato de introducirlo en mi ano. Al principio fue un poco doloroso, pero cuando su pene expulso liquido preseminal la cogida tomo un ritmo rápido y delicioso. Con mis piernas sobre sus hombros, trató de alcanzar mis pechos con las manos, lo logro y los estrujo con fuerza, los apretaba rico y mis pezones recibieron una descarga de placer que me excitaba.
                Al sacar su pene, me indico que me diese vuelta para ponerme a cuatro patas, lo obedecí, él se subió en la cama hincado detrás de mí. Me penetro de nuevo, esta vez con más facilidad, su movimientos me agitaba por completo y mi grasa se agitaba como gelatina. Me cogía, me cogía y me cogía, parecía que el sexo nunca terminaría, el placer era increíble pero él parecía ya estar cansado. De repente, empezó a soltar gritos de placer que me indicaron que su semen ya estaba siendo depositado en mi interior. Su orgasmo fue corto, se acostó sobre mí para besarme la ancha espalda, saco su verga ahora húmeda y flácida y me dio nalgadas, acostándose a mi lado.
                Me acerque más a él y lo bese, su mano me estrujaba el pene. Me giré y de nuevo su boca se abrió para que mi verga entrara. Estaba realmente excitado, la mamada no duro mucho tiempo. En pocos segundos mi masiva descarga de semen entraba en la garganta de Bruno, gran cantidad de saliva y semen escurría de su boca. Se acercó a mí de nuevo y nos besamos, en poco tiempo él se había quedado profundamente dormido.

                Me levanté de la cama para ir al baño, me limpie los restos de semen y me lavé de nuevo la cara. Me vestí para irme, pero antes tomé mi pistola, la cargue, ya tenía el silenciador puesto. Apunte al corazón de Bruno y disparé sin darle oportunidad de ver la luz del día por una última vez. 

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