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sábado, 24 de agosto de 2013

El Gran Asesino: Capitulo 1.27

Un gordito viene a casa


Ahora que no tenía trabajo que hacer, mi tiempo libre era demasiado. Era sábado a mediodía, Luis había salido muy temprano por la mañana debido a un viaje de trabajo durante cuatro días, y los gemelos parecían no estar en casa. Decidí entrar a mi perfil de BiggerCity, busque fotos nuevas de gordos, abrí algunos perfiles de los hombres que me parecieron atractivos, hasta que di con un perfil de un gordito que me encantó.
                En su perfil mostraba fotos de él desnudo, su cuerpo era hermoso era menos gordo que yo. Pero aun así me gusto. Su vientre colgaba levemente sobre su pubis, tal vez y con algo de suerte aún podría verse su pene; sus pechos eran pequeños pero gorditos como me gustan; sus brazos parecían musculosos cubiertos de grasa; sus piernas eran gruesas y hermosos, y su trasero estaba marcado justo por la mitad por el pantalón que no le cubría todo su culo.
                De inmediato le envié un coqueteo, luego un mensaje. Revisé su información, vivía a solo 30 minutos de mi casa. Su respuesta no tardo mucho, él estaba en línea y solo unos pocos minutos después organizamos un encuentro sexual en mi casa para esa noche. Me preparé para la noche de placer, acomode la cama, llamé para ordenar una cena para 8 personas, sobre la mesita de noche puse dildos limpios y lubricante. Traté de bañarme pero fue un poco difícil debido a mi mano fracturada.
                Solo faltaban cinco minutos para que dieran las 8:00 de la noche, la hora de la cita, cuando alguien llamo a la puerta. Fui casi corriendo a abrir, pero del otro lado de la puerta no encontré al gordito de BiggerCity, a quien encontré fue al señor que venía a entregar la cena, la recibí, pague y la llevé a la cocina.
                Justo a la hora indicada, llamaron de nuevo a la puerta, estaba seguro de que esta vez sí sería el gordito sexy. Abrí la puerta y lo deje entrar, nos saludamos y presentamos él se llamaba Omar, sentados en el sofá le conté parte de mi vida, contándole mi boda. Después de un rato él dijo:
                -Lo que más me gusta de los gordos es verlos comer. Darles de comer y sobarles su barrigota.
                -Perfecto –dije yo-. En la cocina nos espera una gran cena.
                Fuimos directo a la cocina, destapé los recipientes desechables, la comida ahí dentro aún seguía caliente. El olor de la cena era exquisito. Empezamos a comer, a Omar le serví una ración para dos personas, quedándome yo con el resto. La cena empezó con un espagueti, Omar comía demasiado rápido, así que antes de que yo hubiese terminado con todo mi espagueti, él ya había terminado toda su cena.
                Se acercó un poco más a mí, de la mano me quito el tenedor, enrollo una generosa cantidad de pasta y me lo metió en la boca. Después del espagueti, siguieron los gruesos trozos de carne de res, eran muy grandes, me los metió en la boca en pequeños cortes y los mastique con placer. Estábamos excitándonos, ahora nuestro apetito se desviaba hacia lo sexual.
                Me levante de la silla, lo tomé de la mano y lo jalé hasta llegar a la cama donde Luis y yo dormíamos. Mi mano inmovilizada no me ayudo al desvestirme, así que Omar lo hizo por mí. Ya desnudos empezaron los besos, me acosté sobre la cama y él encontró mi verga, primero fueron masturbadas y luego su lengua entro en mi prepucio. Mi verga estaba dura por lo excitado que estaba, y de repente entro en la boa de Omar mojándose con su saliva.
                Omar descubrió los dildos y lubrico uno, se lubrico el ano y se penetro con mi dildo favorito. Tomo un segundo dildo, lo lubrico junto con mi ano y lo introdujo hasta mi recto provocándome placer. Siguió con la mamada ahora con dildos en nuestros anos.
                La mamada termino, el dildo salió de mi ano. El dildo que estaba en el culo de Omar seguía ahí dentro, sin avisarme tomó mis piernas, las levantó y las separó para que mi ano se abriera ante él. Sin lubricante el me penetro con facilidad, ya que su liquido preseminal se lo permitió. Me cogía rico, cada vez más fuerte, cada vez con más placer. Con mi mano buena, alcancé mi pene y me empecé a masturbar.
                La cogida era genial, el placer me embriagaba. Omar dejo que mis pies descansaran sobre sus hombros y con sus dos manos me estrujó mis senos gordos y gelatinosos de grasa. Su orgasmo llegó primero, se vino dentro de mí y sus gritos me excitaron, causando que sintiera más placer. Salió de mí y su boca fue directo a mi vega, mi orgasmo llegó pronto y mi corrida masiva le llenó su boca de mi semen blanco y espeso, se lo tragó todo y me limpio de la verga los restos de semen.

                Se acostó a mi lado me beso los pechos y los lamió, me abrazó y nos quedamos así hasta quedar completamente dormidos. 

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