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martes, 13 de agosto de 2013

El Gran Asesino: Capítulo 1.21

El tercer sobre       


El martes por la mañana me desperté al lado de Luis, él seguía durmiendo su barba poblada me gustaba muchísimo, se la acaricie y con eso despertó.
         Para ese día no tenía ningún plan, solo pensaba pasarla en casa descansando sin nada que hacer. Sin vestirme me fui al sofá para ver la tele, me acomode lo mejor que pude y metí un dedo en mi ombligo.
         Luis pasó junto a mí, siguió caminando a la cocina, también estaba desnudo, fue a preparar el desayuno. Estaba haciendo demasiado calor, eso provocó que durmiéramos desnudos, Luis me llamó para el desayuno. Fue exquisito, comimos un gran tazón de cereal, después un gran sándwich de jamón, lo acompañamos con un gran baso de licuado y por ultimo nos comimos un pastel entre los dos, yo alimentaba a Luis con el pastel y eso me excitaba, él rechazó un bocado, parecía estar satisfecho.
         A lo lejos se escuchó que sonaba el timbre, Luis corrió a esconder su desnudes a la habitación, mientras yo me ponía mi bata de baño para atender la puerta. Abrí con una sonrisa en mi rostro y descubrí al otro lado de la puerta a los gemelos, estaban vestidos igual, los dos llevaban una playera blanca y unos pantalones cortos, los de Ricardo eran rojas y azules los de Rodrigo.
         Los invité a pasar traían consigo una enorme caja, al pasar frente a mí me di cuenta de que se trataba de una de esas pizzas gigantes de 40 rebanadas, pero después caí en la cuenta de que no era una, eran dos pizzas gigantes. Se sentaron en un sofá los dos y grite:
         -¡Luis, puedes bajar, se trata de los gemelos! –Me giré para ver a mis invitados-. Deben saber que estamos completamente desnudos, debido al calor, Luis y yo acabamos de levantarnos de la cama –desate la tira de la bata y la deje caer al suelo, me senté frente a los gemelos.
         -Buenos días –dijo Luis una vez dentro de la sala de estar-, ¿a qué debemos la agradable visita?
         -Venimos para compartir estas pizzas con ustedes –dijo Ricardo señalando la mesita que ocupaba el centro de la sala.
         -Muy bien –dije alegremente-, pues qué estamos esperando.
         Rodrigo destapó la primera pizza, aún estaban calientes y el queso seguía derretido. Tomé dos rebanadas y les di un gran mordisco, los gemelos me imitaron y Luis nos siguió sentándose a mi lado. La primera piza desapareció de inmediato, Luis no pudo seguir comiendo después de su rebanada número nueve, así que yo comí once rebanadas. El refresco no falto, ya nos habíamos acabado cinco litros de la gaseosa bebida.
         Me levante, tenía ganas de orinar, el baño de la planta de debajo de la casa estaba ocupado por Ricardo, no aguantaba las ganas, tenía que hacer pipí. Entonces subí las escaleras para ir al baño de arriba, entré con mi mano tomé mi verga tratando de apuntar a la taza, sin mucho éxito oriné. Bajé mi mano hasta tocarme las bolas y descubrí que colgaban de manera increíble debido al calor; aparte de eso, mi escroto estaba mucho más largo, para medir la nueva (para mí) elasticidad de mi escroto, tomé mis bolas con ambas manos y las jalé. Increíblemente, pude ver mis pelotas una vez más, las vi más grandes de lo que recordaba, seguí jalando y descubrí que mis testículos podían llegar hasta mi ombligo.
         Salí del baño fui a la recamara para verme en el espejo, al verme vi a un hombre realmente obeso, con mis manos tome el pliegue de mi panza y lo levante lo más que pude, debajo de ella pude ver mi flácida y pequeña verga, era la primera vez que la veía en años. Antes de regresar con los gemelos y Luis, en el mesita de noche vi el sobre marcado son el número 3, lo tomé, lo giré y descubrí en el la leyenda: “Abrase este sobre en martes 13 de agosto.” Ese día es hoy, así que abrí el sobre y en el encontré la carta que decía:
Mañana por la tarde te esperará un hombre obeso en parque, justo a las 17:00 horas, su nombre es Hugo, deberás ir a su encuentro. Preparé una cita para ti con él, te llevará a un motel, ahí se encontraran con su pareja, tendrán un trio. Para seguir en este trabajo deberás demostrar que eres apto para él, así que tu siguiente tarea es matar a eso dos hombre, sin la ayuda de nadie. Si la tarea no es concluida, serás eliminado de la corporación y muertos estarán tú y las personas que saben de tu trabajo.

Atentamente: Sr. M
         Me quedé impactado, perdí las fuerzas y caí sentado en la cama. El tiempo que pasé pensando fue demasiado. Luis fue a buscarme a la recamara, cuando entro le mostré la carta, la leyó con impaciencia, me miró y me dijo:
         -Sé que tú puedes hacerlo –sentándose junto a mí, me dio un abrazo pasando uno de sus regordetes brazos sobre mis anchos hombros-. Ahora hay que bajar a ver a los gemelos, te están esperando para comer la segunda pizza.
         La noticia me dejó hambriento, así que baje. Mostré mi mejor sonrisa y me senté de nuevo en el sofá. Destape la segunda pizza y tomé una rebanada más, Luis ya no comió. Después de mí rebanada 15 recordé algo, me levante y dije:
         -Quiero enseñarles algo.
         Me paré frente al televisor, tomé mis testículos y los jalé como hice en el baño, mis bolas alcanzaron mi ombligo y las solté provocando que estas regresaran a su lugar con rapidez.
         -Eso es excitante –dijeron al mismo tiempo los gemelos.
         -Es hermoso –afirmo Luis-. Ya estoy excitado.
         De repente los cuatro estábamos de pie, masturbándonos alrededor de la pizza, los orgasmos llegaron de forma inmediata, Luis fue el primero en correrse, su semen choco con las rebanadas de piza restantes fue poco. Las corridas de los gemelos fueron al mismo tiempo, parecía que hacían todo juntos, sus chorros fueron grandiosos saliendo con fuerza y mojando la pizza, los vasos y la mesa. Yo fui el último en correrme mi orgasmo fue grandiosos, los chorros fueron grandes, potentes y masivos, mi semen salía a borbotones, en grandes cantidades y mojó casi toda la pizza.
         -Eres todo un semental –me felicito Luis antes de darme un beso.
         -Ahora debemos comer toda esa pizza –dijo Ricardo.
         Me senté de nuevo en el sofá, Luis tomó una rebanada de piza el queso estaba ya cuajado y el semen escurría por los bordes, la pizza entró en mi boca y la comí con gusto. Luis comió una rebanada más, me recargue en mi espalda sentándome en el borde del sofá casi acostándome, abrí mis piernas y Luis se sentó en una de ellas. Continuamos comiendo pizza, cuando solo sobraban 10 rebanadas, yo ya había comido 21, los gemelos rechazaron una más.
         Mis tres compañeros se pusieron de pie, cada uno tomó rebanadas de pizza, Luis tenía cuatro y entre los gemelos se repartían de a tres cada uno. Todos estábamos consientes del placer que me provocaba comer, los tres se acercaron a mí y Luis fue el primero en alimentarme, devoré sus cuatro rebanadas y mis labios quedaron manchados de semen y salsa.
         Los gemelos me empezaron a alimentar, estaban uno a cada lado de mí. Primero Ricardo me metió la pizza en la doca y luego Rodrigo. Luis se paró frente a mí, excitado, se tomó la verga dura y se masturbo de nuevo. A los gemelos les quedaban solo una rebanada a cada uno, mi vientre estaba hinchado y duro, ya no podía comer más y Luis gemía de placer al verme comer.
         Las últimas rebanadas las introdujeron a mi boca con fuerza, yo estaba masticando, los gemelos jugaban con mis pechos enormes y Luis estaba llegando al orgasmo. Los gritos de Luis me encantaron, estaba tragando lo que me quedaba de pizza en la boca cuando los chorros de semen salían de su verga. Fueron disparos potentes, alcanzaron mi boca los primeros tres y el resto me batió el vientre.
         Me quede ahí sentado, los gemelos besaban mi pezones, Luis parado se mostraba satisfecho. Yo lamí el semen alrededor de mis labios y exclame:

         -Señores, esto si es vida.

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